La estrella de mar y el valor de volver a empezar

La estrella de mar y el valor de volver a empezar

Hace algunas semanas, mientras organizaba materiales para un proyecto creativo, terminé viendo un breve reportaje sobre animales marinos. Lo dejé corriendo de fondo mientras hacía otras cosas, hasta que escuché una frase que me hizo detener todo. El narrador dijo: "La estrella de mar puede regenerar sus brazos perdidos, incluso su cuerpo completo a partir de una parte sana." Inmediatamente me giré hacia la pantalla. Era una de esas afirmaciones que, aunque ya había oído antes, de pronto cobran un significado distinto.

Ahí estaba. Una estrella de mar moviéndose con lentitud en el fondo del océano. Una de sus extremidades faltaba, pero otra comenzaba a crecer. El proceso era casi imperceptible, pero ocurría. No por esfuerzo desmedido, sino porque así está diseñada. No se lamenta, no se frena, no se rinde. Se regenera. Se reconstruye a partir de lo que queda.

No sé por qué, pero me quedé pensando en eso durante el resto del día. ¿Y si todos tuviéramos esa capacidad, no física, pero emocional, de volver a crecer desde la parte sana? ¿Cuántas veces dejamos de intentar algo porque sentimos que nos falta una parte? ¿Cuántas veces olvidamos que todavía hay algo en nosotros que sigue intacto, listo para comenzar de nuevo?

Esa noche busqué más sobre la estrella de mar. Descubrí que no solo puede regenerar sus extremidades, sino que algunas especies, si una parte de su cuerpo queda unida al centro, pueden reconstruirse casi por completo. No es inmediato. Toma tiempo. Pero sucede. No es milagro. Es biología. Y también, en cierto modo, es una lección.

En la vida, no todo sale como lo esperamos. A veces un proyecto no resulta. Una amistad se rompe. Una etapa termina antes de tiempo. Perdemos cosas que nos importaban. Sentimos que algo en nosotros se fragmenta. Y lo más común en esos momentos es quedarnos enfocados en lo que ya no está. En la parte que se fue. En lo que no pudimos conservar.

Pero la estrella de mar no vive desde la pérdida, sino desde la posibilidad de reconstrucción. No se detiene a mirar lo que le falta, sino que activa lo que le queda. Y eso me parece profundamente inspirador.

He pasado por momentos en los que me pregunté si valía la pena seguir con cierta idea, con un sueño que parecía estancado, con una intención que no encontraba espacio. Y muchas veces, en lugar de enfocarme en lo que sí tenía, caía en la trampa de ver solo lo que faltaba. La comparación, las expectativas, los plazos que uno mismo se impone… todo eso puede hacerte creer que no tienes suficiente para continuar.

Pero la verdad es que siempre queda algo. Siempre hay una parte de nosotros que puede iniciar de nuevo. No necesitas estar completo para comenzar. Solo necesitas reconocer lo que permanece y trabajar desde ahí.

Pensé también en las personas que me han compartido sus historias. Muchas veces me han dicho frases como “ya no tengo la energía de antes” o “ya no soy el mismo”. Y es cierto. Nadie es el mismo con el paso del tiempo. Pero ser distinto no significa estar menos preparado. Tal vez hoy tienes más madurez, más calma, más claridad. Tal vez no tienes la fuerza de antes, pero sí una dirección más firme. Tal vez no es el entusiasmo, sino la determinación lo que te mueve.

La estrella de mar no recupera su extremidad en un día. Tampoco se desespera. No interrumpe el proceso. No lo apura. Se entrega a su propia naturaleza. Confía en que lo que parece roto también puede volver a crecer.

Me pareció una metáfora poderosa para quienes están atravesando transiciones. Cambios que no fueron planeados. Decisiones difíciles. Comienzos inesperados. Porque todo proceso de reconstrucción inicia con algo que aún vive, aunque sea una sola parte.

No necesitas tener todo resuelto para comenzar. No necesitas que todo vuelva a ser como antes. Necesitas identificar lo que sigue intacto. Lo que aún te motiva. Lo que todavía te conecta contigo mismo. Y desde ahí, avanzar.

Lo más hermoso es que el proceso de regeneración de la estrella de mar ocurre sin que ella misma lo vea. No tiene un espejo. No tiene evidencia diaria. Solo sigue adelante. Confía en lo que lleva dentro. Y eso también es una enseñanza. A veces, no ver los resultados inmediatos no significa que nada esté pasando. El crecimiento silencioso también cuenta. Lo que se forma poco a poco en el interior también es parte del avance.

Hoy quiero invitarte a pensar en esa parte de ti que sigue viva. Puede ser una idea, una pasión que no se ha apagado del todo, una relación que vale la pena recuperar, una versión tuya que espera volver a expresarse. Puede ser pequeño, pero si está ahí, puede ser el inicio de algo grande.

Tal vez perdiste algo, pero no te perdiste a ti. Y eso es suficiente para volver a empezar.

Gracias por haber llegado hasta aquí. Si esta historia resonó contigo, compártela con alguien que esté buscando razones para continuar. Mañana volveré con otra historia. Porque en el océano, como en la vida, hay seres silenciosos que nos enseñan a resistir, a regenerarnos y a confiar en lo que aún somos capaces de construir.

Marlon Zometa

Hola, soy Marlon Zometa, Blogger y Creador de Contenido apasionado por inspirar, conectar y transformar vidas a través de mensajes auténticos y reflexiones profundas. En este espacio comparto contenido único diseñado para motivarte y ayudarte a ver la vida desde nuevas perspectivas. Conecta conmigo: facebook instagram twitter youtube tiktok pinterest external-link external-link

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente