Lo que dejas ir también te construye

Lo que dejas ir también te construye

Hubo una etapa de mi vida en la que acumulaba de todo: promesas, compromisos, ideas, planes, relaciones. Pensaba que mientras más cosas pudiera sostener, más completo sería. Que dejar algo atrás era un fracaso. Que soltar era rendirse.

Pero el tiempo, con su manera silenciosa de enseñarte, me mostró otra verdad: lo que dejas ir también te construye. Porque no todo lo que cargas te pertenece. Y a veces, soltar no es perder. Es sanar.

Nos enseñan a terminar lo que empezamos, a resistir, a mantenernos fieles a lo que un día deseamos. Pero nadie nos habla del derecho a cambiar de idea. De evolucionar. De entender que hay cosas que fueron importantes en su momento, pero que ya cumplieron su ciclo.

Me ha pasado con proyectos. Con personas. Con versiones de mí que ya no se sienten reales. Sostenerlas por compromiso solo me hacía daño. Pero soltar, aunque me doliera, me permitió espacio para nuevas etapas que antes no podía imaginar.

Dejar ir no borra el pasado. Solo lo acomoda donde ya no estorbe.

A veces no nos damos cuenta de todo lo que cargamos internamente. Palabras no dichas. Culpa que no nos pertenece. Relaciones unilaterales. Expectativas ajenas. Y seguimos acumulando, como si no hacerlo nos volviera egoístas o débiles.

Pero llega un punto en el que el alma empieza a quejarse. No con gritos, sino con síntomas: ansiedad, cansancio constante, tristeza sin explicación. Ahí fue cuando entendí que estaba cargando cosas que no me hacían bien. Y que soltarlas no me convertía en alguien malo. Me convertía en alguien libre.

Aprender a elegir lo que sí quiero llevar es una forma de amor propio que nadie te enseña, pero que transforma.

Cada vez que dejas algo atrás, no quedas vacío. Quedas más consciente. Más sabio. Más alineado con quien eres hoy.

Aquella persona que ya no está, también te dejó lecciones. Ese proyecto que no funcionó, también te dio experiencia. Esa versión tuya que ya no reconoces, también te cuidó cuando no sabías cómo avanzar. Agradecer lo que se fue también forma parte del cierre.

Soltar con amor es diferente a soltar con rabia. Una cosa te rompe. La otra te libera.

Soltar no es una señal de debilidad. Es una muestra de madurez emocional. De confianza. De respeto por ti mismo.

No estás obligado a cargar lo que ya no resuena contigo. Tienes permiso de elegir una nueva dirección. De quedarte con lo que sí te hace bien. De cerrar ciclos aunque no tengas todas las respuestas.

Hoy te invito a mirar tu vida con honestidad. A preguntarte qué estás sosteniendo por costumbre y qué realmente quieres seguir llevando contigo. Porque soltar no siempre se siente bien al principio, pero alivia el alma como pocas cosas en esta vida.

Lo que dejas ir también te construye. No porque te resta, sino porque te revela.

Gracias por estar aquí, por leer con el corazón. Si estas palabras te hablaron, tómate un momento para ti. A veces, una reflexión como esta no resuelve todo, pero sí abre una puerta interior.

Y si crees que alguien más necesita leer esto, compártelo. Nunca sabes a quién puede ayudarle a soltar lo que también le duele cargar.

Marlon Zometa

Hola, soy Marlon Zometa, Blogger y Creador de Contenido apasionado por inspirar, conectar y transformar vidas a través de mensajes auténticos y reflexiones profundas. En este espacio comparto contenido único diseñado para motivarte y ayudarte a ver la vida desde nuevas perspectivas. Conecta conmigo: facebook instagram twitter youtube tiktok pinterest external-link external-link

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente